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¿Por qué la quimioterapia convencional tiene tantos efectos secundarios?

Efectos secundarios quimioterapia

Uno de los principales motivos que llevaron a la creación de Prospera Biotech fue ayudar a todas esas personas que, como consecuencia de un tratamiento médico, sufren de sensibilidad cutánea. Los tratamientos oncológicos, aunque cada vez son menos invasivos y más eficaces, pueden ocasionar multitud de efectos secundarios que alteran la vida diaria de las personas que los padecen. En el post de hoy os explicamos porque la quimioterapia convencional provoca tantos efectos secundarios.

¿Qué es una célula cancerígena?

El cuerpo humano está formado por miles de millones de células. Cada una de ellas tiene una función específica que desarrolla de manera metódica a lo largo de su vida. Cuando una célula sufre algún daño que la incapacita para llevar a cabo su función existen unos mecanismos de regulación que, como si de una máquina se tratase, intentan repararla. Sin embargo, si el daño es severo y estos mecanismos de reparación no son eficaces, la célula, incapaz de llevar a cabo su función, muere y es sustituida por una célula sana.

Las células tumorales surgen cuando una célula sana acumula mutaciones en el ADN que la llevan a perder su función habitual y a proliferar de manera anormal. Podríamos decir que la transformación de una célula sana a una tumoral supone un cambio de función: de llevar a cabo una acción necesaria para el correcto funcionamiento del organismo a crecer indiscriminadamente. Si además adquieren capacidad invasiva, estaríamos ante un tumor maligno o cáncer. Las células neoplásicas minimizan toda acción que no esté encaminada a la adquisición de nutrientes o energía que les sirvan para seguir dividiéndose (1).

¿Cómo funcionan los tratamientos de quimioterapia tradicional?

Como hemos mencionado antes, en condiciones normales, cuando una célula es incapaz de llevar a cabo su función, muere. Por lo tanto, parece lógico pensar que, si una célula tumoral es incapaz de dividirse, morirá. Pues eso es exactamente lo que intentan la mayoría de tratamientos conocidos como quimioterapia. Se trata de agentes químicos que por distintos medios evitan que las células tumorales puedan dividirse correctamente y, por lo tanto, inducen su muerte programada o apoptosis.

Por ejemplo, los tratamientos derivados del taxano, como el paclitaxel o el docetaxel, o los conocidos como vincalcaloides (vinblastina, vincristina…) evitan la correcta formación de los microtúbulos. Estas estructuras son esenciales para la división celular y, por tanto, defectos en su formación desembocan en la interrupción de la mitosis (división celular) y la muerte celular (2). Por otro lado, los agentes alquilantes (como el clorambucil, melfalán) provocan daños en el ADN (alquilación) desestabilizando esta molécula e impidiendo su replicación (3). Otro ejemplo serían los agentes conocidos como antimetabolitos. Se trata de moléculas muy similares a moléculas esenciales para la célula, por lo que esta las incorpora, pero que ejercen una acción nociva para la misma. En este grupo se encontraría, por ejemplo, el 5-fluorouracilo que impide que el material genético se pueda replicar (4).

En general, todos estos fármacos, producen perturbaciones en las células tumorales que evitan su división y que acaban induciendo su muerte. Repetidas dosis pueden llegar a acabar completamente con la población de células tumorales.

Estos tratamientos se pueden aplicar tanto antes como después de la cirugía. Si se hace antes, puede conseguir la disminución del tamaño del tumor. En algunas ocasiones este llega a desaparecer haciéndose innecesaria la resección quirúrgica. Cuando estos tratamientos se aplican después de la intervención sirven para acabar con las células que no se han podido eliminar durante la cirugía o aquellas que hayan podido quedar “escondidas”.

¿Por qué estos tratamientos tienen tantos efectos secundarios?

En el cuerpo humano existen algunos órganos que necesitan una población de células que proliferen de manera rápida y controlada. Son principalmente las células de los órganos que están en contacto con sustancias externas o dañinas y que ejercen una función protectora. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, las células epiteliales de órganos digestivos o las de la piel.

Las células de la epidermis forman la primera barrera de entrada a nuestro cuerpo y se renuevan con relativa rapidez. De hecho, muchos profesionales recomiendan exfoliarse la piel de vez en cuando para ayudar a retirar las células muertas y dejar paso a las nuevas células que llevarán cabo su función de protección. Lo mismo ocurre con las células que forman los revestimientos de las mucosas. En el estómago, por ejemplo, existe una capa de células que están en contacto con los alimentos y los jugos gástricos. Estás células son capaces de soportar las condiciones de acidez extrema que se dan en el estómago durante la digestión y evitar que éstas dañen a otras células u órganos. Estar sometido a tales condiciones requiere de una constante renovación. Por lo tanto, en el cuerpo humano existen poblaciones celulares esenciales de proliferación rápida. La diferencia entre estas células y las tumorales es que las primeras crecen de manera controlada y programada como respuesta a una necesidad fisiológica. La renovación casi continua de estas poblaciones celulares asegura una correcta protección de estos órganos y el mantenimiento del equilibrio celular.

Los tratamientos de quimioterapia se diseminan por todo el cuerpo actuando sobre las células tumorales pero también sobre muchas otras células sanas ocasionando los conocidos efectos secundarios. En el caso de las células epiteliales mencionadas anteriormente, estos fármacos impiden su división dando lugar a problemas digestivos (nauseas, diarrea, indigestión…), la caída del cabello o la sequedad cutánea.

Las células del sistema inmune también pueden verse afectadas por los tratamientos de quimioterapia. Una reducción en la población de estas células desemboca en el efecto conocido como inmunodepresión que supone una mayor facilidad para contraer infecciones. El descenso en la población de células sanguíneas también puede provocar a hemorragias.

Afortunadamente la acción de la quimioterapia solo resulta irreversible en el caso de las células tumorales por lo que, transcurridas unas semanas, la mayoría de estos síntomas desaparecen.  Gracias a las células madre, las poblaciones celulares de los tejidos afectados se regeneran.

En España, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), se diagnosticaron en 2019 a más de 250.000 personas con cáncer y en base a la tendencia de los últimos años se espera que el número de diagnósticos aumente cada año. Es, por ello, necesario desarrollar estrategias que sean eficaces para acabar con la progresión de esta enfermedad, aunque esto pueda conllevar algunos efectos secundarios.

Sin embargo, la comunidad científica se esfuerza por encontrar nuevos medicamentos que sean capaces de atacar a las células tumorales de manera específica sin interaccionar con el resto de células sanas del organismo. Actualmente, muchas de estas estrategias están usándose o en fases muy avanzadas de desarrollo.

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Hanahan D, Weinberg RA. Hallmarks of cancer: the next generation. Cell. 2011;144(5):646-74.
  2. Manfredi, J. J., & Horwitz, S. B. (1984). Taxol: an antimitotic agent with a new mechanism of action. Pharmacology & Therapeutics, 25(1), 83–125.
  3. Connors TA. Alkylating agents. Top Curr Chem. 1974;52:141-171.
  4. Longley DB, Harkin DP, Johnston PG. 5-fluorouracil: mechanisms of action and clinical strategies. Nat Rev Cancer. 2003;3(5):330-338.

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