¿Sabías que la piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo llegando a tener una superficie cercana a los 2m2? ¿Y que está compuesta por distintas capas que actúan como barrera protectora? Seguro que sí. Sin embargo, puede que no supieras que la piel es mucho más que las células que la forman: es un complejo ecosistema en el que conviven una gran cantidad de microorganismos.
Este intrincado sistema debe funcionar a la perfección para que nuestra piel pueda ejercer correctamente su función y no se originen problemas derivados de un desequilibrio de nuestro “ecosistema cutáneo” o microbioma.
Si continúas leyendo este artículo, descubrirás:
- Qué se conoce como microbiota y microbioma.
- Qué función tiene la microbiota en nuestra piel y qué ocurre cuando hay un desequilibrio.
Microbiota y microbioma.
El término microbiota hace referencia a todo el conjunto de microorganismos presentes en nuestro cuerpo. Sin embargo, el concepto de microbioma va más allá: engloba, además de a los microorganismos en sí, a todo el material genético de estos y a todos los factores ambientales que los rodean. Así, podríamos decir que el microbioma sería un gran ecosistema que debe mantenerse en equilibrio.
En cuanto a su composición, el mayor porcentaje lo representan las bacterias, seguidas de hongos, virus y, por último, artrópodos. Se calcula que en nuestro cuerpo podría llegar a haber un número tal de microorganismos que representaría aproximadamente 1,5kg de nuestro propio peso.
Se encuentran en la superficie o en el interior de muchos tejidos y fluidos del cuerpo humano incluyendo la piel, las glándulas mamarias, la placenta, el semen, el útero, los folículos ováricos, los pulmones, la saliva, la mucosa oral, el tracto gastrointestinal… Allí donde te imagines, están.
Microbiota de la piel y la barrera cutánea.
Como describíamos, la piel no es solo una barrera física, sino también inmunológica, que nos protege de posibles amenazas externas. Para el buen funcionamiento de esta barrera cutánea, la microbiota tiene un papel fundamental. Estos microorganismos viven en simbiosis con su hospedador, es decir, existe una relación de perfecto equilibrio en la que la microbiota actúa preservando la función barrera de la piel y, al mismo tiempo, encuentra en nosotros un hábitat.
Es importante recalcar que el microbioma de la piel, tal y como pasa con el de otras zonas de nuestro cuerpo, es una estructura dinámica y cambiante. Los microorganismos que lo conforman empiezan a formar parte de nuestra piel desde el mismo momento de nuestro nacimiento: los nacidos por parto natural tienen una microbiota similar a la microbiota vaginal de la madre; mientras que los nacidos por cesárea tienen una microbiota más influenciada por el ambiente externo. Este microbioma evoluciona con el paso de los años hasta estabilizarse y ser único para cada persona, como si fuera una huella digital propia.
A lo largo y ancho de nuestra piel, la composición de la microbiota varía en función del microambiente en el que nos encontremos (zonas grasas, hidratadas y áreas más secas). La edad, el sexo, los factores ambientales, el estilo de vida, el uso de cosméticos y antibióticos también afectan a su composición. Pese a todas estas variaciones, en condiciones fisiológicas normales, el “ecosistema” se mantiene en equilibrio; y los problemas se dan cuando se rompe este estado equilibrado.
Microbiota y dermatitis atópica.
Se sabe que la patogenésis de la dermatitis atópica engloba un defecto en la barrera epidérmica, una desregulación inmunológica, un ciclo de picor y rascado o un desequilibrio en la microbiota cutánea.
Como contábamos en un artículo anterior, existen cambios ambientales y epigenéticos que pueden afectar al sistema inmunológico y a la funcionalidad de la barrera epidérmica; pero la microbiota constituye una barrera fisiológica adicional contra patógenos externos al no dejarlos crecer en nuestra piel: los microorganismos forman un “escudo protector” alrededor de todo el cuerpo.
A pesar de que ya sabemos que la piel es un hábitat dinámico y muy expuesto a factores externos, el microbioma es capaz de autorregularse y mantener una cierta estabilidad en lo que se refiere a su composición. Cuando este equilibrio se rompe, ya sea por factores externos o internos, el tipo de microorganismos que viven en esa zona de la piel también puede cambiar. Se ha visto que en una piel con lesiones por dermatitis atópica, existe un aumento de bacterias de la especie Staphylococcus aureus en comparación con una piel sana. Es decir, se rompe este “escudo protector” y aparecen (o aumentan en número) microorganismos que no deberían hacerlo, dando lugar a una patología.
Cuidar nuestra piel y a los microorganismos que viven en ella puede ayudar a que la aparición de este tipo de afecciones cutáneas no tenga lugar o pueda tratarse más fácilmente.
No olvides que la piel y su microbiota son nuestro escudo. ¡Cuídalo!
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Palabras clave: microbiota, microbioma, barrera cutánea, piel, dermatitis atópica
Referencias:
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